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El oscuro negocio de los desechos electrónicos: una fuente de riqueza para el crimen organizado

La creciente demanda de productos electrónicos ha generado una alarmante acumulación de desechos electrónicos en el mundo, transformándolos en una fuente de ingreso para organizaciones criminales. Estos residuos, que incluyen desde teléfonos inteligentes hasta electrodomésticos, están siendo exportados ilegalmente desde países desarrollados hacia regiones menos reguladas, generando serias implicaciones ambientales y de salud.

Agbogbloshie: un epicentro tóxico en Ghana

En el vertedero de Agbogbloshie, ubicado en Accra, Ghana, el aire está saturado de sustancias tóxicas. Grandes columnas de humo se elevan al cielo mientras hombres, mujeres y hasta niños trabajan en condiciones deplorables, quemando residuos electrónicos para extraer metales valiosos como cobre y oro. Este proceso, aunque lucrativo, cobra un alto precio en la salud de los trabajadores y en el medio ambiente.

Abdulla Yakubu, un joven que trabaja quemando cables y plástico, describe los efectos devastadores de esta labor: “El aire está muy contaminado y definitivamente afecta nuestra salud”. Abiba Alhassan, madre de cuatro hijos, comparte una experiencia similar mientras clasifica botellas de plástico: “A veces, es muy difícil respirar; siento un peso en el pecho”.

Un problema global en ascenso

Según la ONU, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos, un 82% más que en 2010. Este incremento está impulsado por la proliferación de dispositivos electrónicos, como teléfonos inteligentes, computadoras y automóviles con componentes electrónicos avanzados. Solo en 2023, se enviaron 1.200 millones de teléfonos inteligentes, duplicando la cifra de 2010.

Sin embargo, solo un 15% de estos desechos se recicla adecuadamente, lo que lleva a empresas inescrupulosas a exportarlos ilegalmente hacia países en desarrollo. En muchos casos, estos envíos son declarados falsamente como reutilizables o efectos personales para evadir la regulación.

El tráfico de desechos: un negocio criminal en expansión

Los investigadores han identificado un aumento significativo en el tráfico de desechos electrónicos. En Nápoles, Italia, funcionarios del puerto revelaron que hasta el 30% de sus incautaciones corresponden a este tipo de residuos. Los traficantes utilizan tácticas sofisticadas, como mezclar los desechos con otros materiales plásticos o incluso ocultarlos en contenedores con mercancías legales.

En Reino Unido, las autoridades enfrentan desafíos similares. Ben Ryder, portavoz de la Agencia de Medio Ambiente del país, señala que muchos desechos electrónicos terminan en países como Ghana, donde se descomponen para extraer metales preciosos y luego se queman ilegalmente, liberando toxinas peligrosas al ambiente.

Impacto ambiental y humano

La quema de desechos electrónicos libera compuestos químicos peligrosos, como plomo y mercurio, que afectan tanto al medio ambiente como a la salud humana. La OMS advierte que millones de mujeres y niños involucrados en el reciclaje informal están expuestos a estas sustancias, lo que puede causar problemas neurológicos, trastornos del desarrollo y enfermedades respiratorias.

En lugares como Agbogbloshie, los trabajadores enfrentan una difícil elección: continuar en un entorno que pone en riesgo su salud o abandonar su única fuente de ingresos. Abiba Alhassan gasta gran parte de sus ganancias en medicamentos para tratar las enfermedades derivadas de su trabajo, pero afirma: “Este es mi medio de supervivencia y el de mi familia”.

Esfuerzos internacionales para frenar el tráfico

El Convenio de Basilea, un tratado internacional que regula el comercio de desechos peligrosos, requerirá a partir de 2025 que los exportadores declaren todos los desechos electrónicos y obtengan permisos de los países receptores. Sin embargo, Estados Unidos, uno de los principales exportadores de estos residuos, no ha ratificado el tratado, lo que complica los esfuerzos para frenar el tráfico.

Jim Puckett, director ejecutivo de Basel Action Network, señala que, ante las restricciones en otros países, Estados Unidos ha comenzado a enviar desechos electrónicos a México, donde las regulaciones son más laxas.

Un futuro incierto

Mientras tanto, en Ghana y otros países receptores, la situación empeora. Sin una acción global coordinada y un compromiso real por parte de los países desarrollados, el tráfico de desechos electrónicos seguirá siendo una crisis ambiental y humanitaria.

Es imperativo que los gobiernos, las empresas y la sociedad trabajen juntos para implementar soluciones sostenibles que detengan este comercio ilegal y protejan tanto a las personas como al planeta.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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