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Todos hemos estado allí: ese momento en el que las circunstancias nos superan, las fuerzas flaquean y la esperanza parece desvanecerse. Puede ser una crisis financiera, una enfermedad, una relación rota o simplemente el agotamiento de la vida diaria. En esos instantes, el Salmo 55:22 se convierte en un ancla: «Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo». Este versículo no es un cliché religioso, sino una promesa real para quienes se sienten al borde del colapso.

El contexto del salmo El Salmo 55 fue escrito por David en un momento de profunda angustia, traicionado por un amigo cercano (posiblemente Ahitofel, su consejero). En medio de su dolor, clama a Dios: «Atiende mi oración, oh Dios, y no desoigas mi súplica» (v. 1). Pero en lugar de quedarse en la queja, David elige confiar: «Pero yo a Dios clamaré, y el Señor me salvará» (v. 16). El versículo 22 es la culminación de esta lucha: una decisión de dejar las cargas en las manos de Dios.

¿Qué es una «carga» bíblicamente? En el hebreo original, la palabra traducida como «carga» (yahab) puede referirse a:

  • Preocupaciones emocionales (ansiedad, miedo, tristeza).
  • Responsabilidades abrumadoras (deudas, problemas familiares, presiones laborales).
  • Culpas o arrepentimientos del pasado. Dios no nos pide que ignoremos estos pesos, sino que los llevemos a Él en lugar de cargarlos solos.

La promesa de sostenimiento «Él te sustentará» implica que Dios:

  1. Te dará fuerza para seguir adelante, incluso cuando no veas la salida.
  2. Te guiará a través de decisiones sabias.
  3. Te levantará cuando caigas, porque «no dejará para siempre caído al justo». El «justo» aquí no es alguien perfecto, sino quien, como David, reconoce su necesidad de Dios y busca Su rostro.

Cómo aplicar esto cuando todo parece perderse

  1. Reconoce tu límite: No es falta de fe admitir que estás agotado. Dios conoce tu debilidad y te invita a descargar en Él.
  2. Ora con honestidad: No uses palabras religiosas vacías. Di algo como: «Dios, estoy agotado. No sé cómo seguir. Por favor, sostenme».
  3. Busca apoyo: La fe no es individualismo. Habla con un amigo de confianza, un líder espiritual o un consejero.
  4. Da un paso a la vez: No te abrumes pensando en el futuro. Enfócate en lo que puedes hacer hoy, confinando el resto a Dios.

Un ejemplo de la vida real Ana, una madre soltera, llegó a un punto en el que el estrés la había llevado a un ataque de pánico. Entre el trabajo, los estudios de sus hijos y las facturas, sentía que se ahogaba. Una noche, mientras lloraba, abrió su Biblia y leyó Salmos 55:22. «Fue como si Dios me dijera: ‘Ana, deja de luchar sola'» —recuerda—. Al día siguiente, aunque nada había cambiado externamente, comenzó a orar cada mañana: «Señor, hoy te entrego mis miedos. Dame fuerza para lo que venga». Con el tiempo, encontró un grupo de apoyo en su iglesia y pudo reorganizar sus finanzas. «No fue fácil —dice—, pero ya no estaba sola en la batalla».

Para reflexionar ¿En qué área de tu vida te sientes «caído» hoy? ¿Finanzas? ¿Salud? ¿Relaciones? Dios no te promete que el problema desaparecerá mañana, pero sí que no te dejará solo en él. La pregunta es: ¿le permitirás sostenerte?

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