El terremoto de magnitud 7,7 que azotó Birmania el viernes ha dejado un saldo trágico de más de 2.000 muertos y cerca de 4.000 heridos. La junta militar ha confirmado 2.056 fallecidos, mientras que el Gobierno de Unidad Nacional (NUG) eleva la cifra a 2.418 en las zonas bajo su control.
La devastación es extensa, con edificios colapsados y carreteras destruidas, lo que dificulta los esfuerzos de rescate. La falta de electricidad y comunicaciones complica aún más la situación, dejando a muchos sin acceso a servicios esenciales. La ONU ha alertado sobre la crisis humanitaria y ha pedido que se facilite la llegada de ayuda internacional.
La infraestructura del país ha sido gravemente afectada, con edificios y carreteras destruidos, complicando los esfuerzos de rescate. La falta de electricidad y comunicaciones agrava la situación, dejando a muchos sin acceso a servicios básicos. La ONU ha expresado su preocupación por la magnitud del desastre y ha solicitado que se facilite la llegada de ayuda internacional.
La ONU ha alertado sobre la situación crítica en Birmania, destacando que los hospitales están desbordados y muchas personas duermen a la intemperie por miedo a réplicas. La organización ha pedido que no haya obstáculos para el envío de ayuda humanitaria, crucial en este momento de emergencia.