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El aparente suicidio del exministro ruso de Transportes, Roman Starovoit, ha conmocionado a la élite política rusa. Starovoit fue encontrado muerto en su coche horas después de ser cesado por el presidente Vladímir Putin, en medio de acusaciones de corrupción. Cientos de personas, incluyendo altos funcionarios, asistieron a su capilla ardiente en el hospital presidencial de Moscú.

Aunque las autoridades rusas afirman que Starovoit se disparó, las circunstancias de su muerte siguen sin estar claras. Los medios rusos informan que estaba siendo investigado por corrupción y que pronto sería detenido. «Es una gran pérdida para nosotros, muy inesperada. Estamos todos impactados», dijo Vasilisa, esposa de un compañero del fallecido, a AFP. «Era tan activo, alegre, amaba tanto la vida. No entiendo cómo ha podido pasar esto», agregó con lágrimas en los ojos.

El ambiente en el velorio era tenso. Sus antiguos compañeros dejaban grandes ramos de rosas rojas junto al féretro abierto y se marchaban rápidamente en sus lujosos vehículos. Muchos asistentes se negaron a hablar con la prensa. El presidente Vladímir Putin no asistió a la ceremonia.

Starovoit fue gobernador de la región de Kursk, en la frontera con Ucrania, antes de ser nombrado ministro en mayo de 2024. Tres meses después, las tropas ucranianas tomaron parte de esa región en una ofensiva sorpresa, lo que supuso un revés para el Kremlin. El sucesor de Starovoit, Alexéi Smirnov, fue arrestado recientemente por el desvío de fondos destinados a reforzar la defensa en la frontera.

Las autoridades «intentaron hacer de él un chivo expiatorio», asegura Andréi Pertsev, analista del medio independiente Meduza. La incursión ucraniana «se produjo principalmente porque no había suficientes soldados para proteger la frontera», pero era «más fácil culpar a un responsable civil», explica Pertsev.

Este caso se enmarca en una reciente campaña contra altos cargos sospechosos de corrupción durante la ofensiva rusa en Ucrania. Los escándalos de corrupción siempre han existido en Rusia, pero la campaña militar ha cambiado las reglas del juego político, según varios analistas. «Existían reglas antes por las que la gente sabía que si llegaba lo suficientemente alto, ya no se la molestaba», estima Pertsev. «Pero estas reglas ya no funcionan», agrega.

Aunque Putin prometía regularmente luchar contra la corrupción, los arrestos mediatizados se usaban para atacar a oponentes o eran resultado de luchas internas. Desde la ofensiva contra Ucrania en febrero de 2022, «algunas cosas en el sistema empezaron a funcionar de manera completamente diferente», señala Tatiana Stanovaya, politóloga del Centro Carnegie Rusia Eurasia.

«Toda acción o inacción que, a ojos de las autoridades, amplíe la vulnerabilidad del Estado frente a acciones hostiles del enemigo debe ser castigada sin piedad y sin compromiso», estima Stanovaya. Para el Kremlin, la campaña en Ucrania es una «guerra santa» que ha rescrito las reglas, dice Nina Jrushchova, profesora en The New School y bisnieta de Nikita Jrushchov.

«Durante una guerra santa, no se roba (…) Uno se aprieta el cinturón y trabaja 24 horas al día», resume Jrushchova. En una muestra de estos nuevos tiempos, varios generales y responsables del Ministerio de Defensa fueron arrestados en escándalos de malversación en los últimos años. A principios de julio, el exviceministro de Defensa, Timur Ivanov, fue condenado a 13 años de cárcel.

Este ambiente ha provocado un «sentimiento de desesperanza» en la élite política en Moscú que difícilmente se disipará, asegura Stanovaya. «En el futuro, el sistema estará preparado para sacrificar a figuras cada vez más prominentes», advierte.

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