Filipenses 4:6-7:
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Este pasaje es un recordatorio poderoso de cómo enfrentar la ansiedad y el estrés en la vida. Dios nos invita a reemplazar nuestras preocupaciones con una dependencia total en Él, a través de la oración y la gratitud. Al hacerlo, recibimos Su paz, una que no se puede explicar completamente con palabras humanas, pero que transforma y protege nuestro interior.
Lecciones clave:
1. No se inquieten por nada: Este llamado a dejar nuestras preocupaciones en manos de Dios no significa ignorar los problemas, sino confiar en que Él tiene el control absoluto de nuestras vidas.
2. Oración y ruego: La oración debe ser un diálogo sincero con Dios, donde expresamos nuestras necesidades, deseos y miedos.
3. Gratitud: Agradecer en medio de las dificultades nos ayuda a recordar las bendiciones que ya hemos recibido y a reforzar nuestra fe en Su fidelidad.
La paz de Dios:
Esta paz no depende de nuestras circunstancias externas. Es un regalo divino que calma nuestras almas, nos da claridad mental y nos llena de confianza para enfrentar cualquier situación.
Aplicación práctica:
Hoy, identifica una preocupación que tengas. Tómate unos minutos para presentársela a Dios en oración, con sinceridad y gratitud. Confía en que Él responderá en Su tiempo perfecto y observa cómo Su paz comienza a llenar tu vida.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.