El presidente ruso, Vladímir Putin, dejó claro este miércoles que Rusia no detendrá su ofensiva en Ucrania a menos que se alcance un acuerdo de paz que cumpla con sus exigencias. En declaraciones realizadas tras su visita a China, Putin combinó un tono aparentemente abierto a la diplomacia —al mencionar que ve «cierta luz al final del túnel» gracias a los esfuerzos de Estados Unidos— con una advertencia contundente: si las negociaciones fracasan, Moscú continuará su campaña militar para lograr sus objetivos.
Putin destacó que la administración de Donald Trump ha mostrado un «deseo sincero» de resolver el conflicto, aunque no proporcionó detalles sobre qué concesiones podrían estar sobre la mesa. «Si el sentido común impera, se podrá alcanzar un acuerdo aceptable», declaró, aunque añadió que, de no ser así, «tendremos que lograr los objetivos que nos hemos marcado por la vía militar». El mandatario ruso aseguró que el ejército de su país está avanzando con éxito en casi todos los frentes, mientras que las fuerzas ucranianas enfrentan una situación crítica, con escasas reservas y la mayoría de sus brigadas operando con menos de la mitad de su capacidad.
La propuesta de reunión con Zelenski: ¿Un gesto vacío o una trampa?
En un movimiento que podría interpretarse como una apertura al diálogo, Putin declaró que está dispuesto a reunirse con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, pero solo si este viaja a Moscú. «Si Zelenski está preparado, que venga a Moscú y esta reunión tendrá lugar», afirmó. Sin embargo, esta propuesta parece más un gesto simbólico que una verdadera disposición a negociar, dado que Ucrania ha dejado claro que cualquier acuerdo debe basarse en el retiro de las tropas rusas y el respeto a su soberanía territorial, condiciones que Moscú ha rechazado sistemáticamente.
La postura de Putin refleja una estrategia de presión máxima: por un lado, mantiene abierta la puerta a la diplomacia para aliviar las presiones internacionales; por otro, reafirma su disposición a continuar la guerra si sus términos no son aceptados. Esta dualidad es característica de la doctrina rusa, que combina el poder militar con tácticas diplomáticas para desgastar a Ucrania y a sus aliados occidentales.
Putin culpa a Europa por el inicio del conflicto
El presidente ruso también respondió a las críticas del canciller alemán, Friedrich Merz, quien lo calificó de «criminal de guerra». Putin tachó estas acusaciones de «un intento desacertado» de los europeos para evadir su responsabilidad en el inicio del conflicto en 2014. Según su versión, los países europeos apoyaron el derrocamiento del entonces presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, durante las protestas del Euromaidán, un evento que ha descrito como un «golpe de Estado» orquestado por Occidente.
«Europa tiene una gran responsabilidad en lo que está pasando», afirmó Putin, reafirmando su narrativa de que la invasión de 2022 fue una respuesta legítima a lo que considera una intervención extranjera en Ucrania. Esta postura no solo busca justificar la guerra, sino también dividir a los aliados occidentales, especialmente en un momento en que la unidad de la OTAN muestra signos de fatiga debido a las diferencias sobre el apoyo militar a Ucrania.
El avance militar ruso y la realidad en el terreno
Putin aseguró que el ejército ruso está avanzando exitosamente en casi todos los frentes, mientras que las fuerzas ucranianas enfrentan una situación desesperada. Sin embargo, estos claims deben ser analizados con cautela, ya que tanto Rusia como Ucrania han exagerado sus éxitos en el pasado. Lo cierto es que, a pesar de algunos avances rusos, Ucrania ha logrado contener la ofensiva en varios sectores gracias al apoyo militar occidental, incluyendo el envío de armamento avanzado como los sistemas HIMARS y los tanques Leopard.
No obstante, la fatiga de la guerra en Occidente y las divisiones internas en la UE y EE.UU. sobre la continuación de la ayuda a Kiev podrían debilitar la posición ucraniana en el mediano plazo. Mientras tanto, el conflicto sigue generando víctimas y desestabilizando la región, con consecuencias globales en áreas como la seguridad energética y la estabilidad económica.
El papel de China y el futuro del conflicto
La visita de Putin a China, donde se reunió con el presidente Xi Jinping, refuerza la alianza estratégica entre Moscú y Pekín. China ha sido un aliado clave para Rusia, proporcionando un mercado alternativo para sus exportaciones y apoyo diplomático en foros internacionales. Esta relación es crucial para Rusia, especialmente en un contexto en que las sanciones occidentales siguen afectando su economía, aunque en menor medida gracias a los mecanismos de evasión y el comercio con países no alineados con Occidente.
En este escenario, la posible reunión entre Putin y Zelenski —si llegara a concretarse— sería un evento histórico, aunque las condiciones impuestas por Moscú (que Zelenski viaje a Rusia) hacen que sea poco probable. Mientras tanto, el conflicto sigue generando víctimas y desestabilizando la región, con consecuencias globales en áreas como la seguridad energética y la estabilidad económica.
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