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Miguel Cruz Tejada

NUEVA YORK._ El laureado psicólogo dominicano y especialista en salud mental, Henry Montero Tapia, reveló que todos los padres sienten temor por la situación de sus hijos, especialmente en medio de la crisis que se viven en la juventud.

Citando como ejemplo el caso del asesinato de Joshua Omar Fernández, Montero Tapia afirmó que “todos sentimos temor que un día un hijo amanezca enfermo, se accidente, muera prematuramente o hasta ser arrestado”. Explicó que a ningún padre le gustaría echar al azar esa probabilidad. “Si entiendo que cualquiera de la desdicha es un impacto a la estructura familiar y social”

Añadió que la crisis que se vive entre la juventud es el tema de lealtad, familia, amor y la influencia del entorno circundante.

“Existen los desafíos que enfrenta los adolescentes que intenta navegar por la compleja dinámica de una comunidad muy unida dividida entre ciudadanos respetuosos de la ley y aquellos enredados en una vida de crimen organizado”, expuso el especialista.

“Las identidades de los jóvenes están moldeadas por muchos factores: expectativas familiares, culturales y sociales, experiencias con instituciones como la escuela y los medios de comunicación, y amigos. Los jóvenes también toman medidas activas y toman decisiones que dan forma a su identidad. Seleccionan los entornos y las personas con las que quieren estar”, explicó el psicólogo.

Refiriéndose a las investigaciones de los autores sobre pandillas y familias, dijo que Decker y Van Winkle (1996) consideran que unirse a pandillas juveniles consiste en tirones y empujones. “Los tirones pertenecen al atractivo de la pandilla. La pertenencia a pandillas puede mejorar el prestigio o el estatus entre los amigos (Baccaglini, 1993), especialmente las niñas y  los niños (Decker y Van Winkle 1996), y proporcionar oportunidades para estar con ellos (Slayton, Stephens y MacKenna, 1993). Las pandillas ofrecen otras oportunidades atractivas, como la oportunidad de excitación (Pennell et al., 1994) vendiendo drogas y ganando dinero (Decker y Van Winkle, 1996)”, señaló citando a otros autores sobre el tema.

“Por lo tanto, muchos jóvenes se ven a sí mismos como haciendo una elección racional al decidir unirse a una pandilla: ven ventajas personales en la membresía de una pandilla”, añadió el especialista acopiando las investigaciones de  Sánchez y Jankowski publicadas en  1991.

El psicólogo subraya que las complejidades de la naturaleza humana y la búsqueda de la identidad personal son aspectos profundos y multifacéticos de la experiencia humana.

“A lo largo de nuestras vidas, lidiamos con preguntas sobre quiénes somos, qué nos define y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Este viaje de autodescubrimiento está influenciado por una multitud de factores, incluyendo nuestra educación, experiencias, valores, creencias y las sociedades en las que vivimos”, sostiene Montero Tapia.

“Una de las complejidades fundamentales de la naturaleza humana es la dualidad dentro de cada individuo. Los seres humanos poseen una amplia gama de emociones, pensamientos y deseos que a menudo pueden ser contradictorios o en conflicto entre sí”, indica Montero Tapia.

“Podemos sentir amor y odio, compasión y enojo, altruismo y egoísmo, todo dentro de nosotros mismos. Esta complejidad inherente puede conducir a luchas internas a medida que navegamos por estos aspectos conflictivos de nuestra naturaleza y buscamos entenderlos y reconciliarlos”, puntualizó.

Dijo que muchos adolescentes mienten por miedo a las consecuencias de su comportamiento, o incluso por temor a que te molestes o miedo que retires el amor si te dicen la verdad, discutiendo, desafíos, una fase incómoda, abandono de compromisos, retirada, actitud e impulsividad.

Señala que las fuerzas sociales, económicas y culturales empujan a muchos adolescentes en la dirección de las pandillas. “La protección contra otras pandillas y el bienestar general percibido son factores clave (Baccaglini, 1993; Decker y Van Winkle, 1996)”.

Como se señaló anteriormente, algunos investigadores sostienen que el estatus de subclase (Wilson, 1987) de los jóvenes minoritarios sirve para empujarlos a las pandillas (Hagedorn, 1988; Moore, 1978, Taylor, 1989, Vigilia, 1988), sintiéndose marginales, los adolescentes se unen a pandillas para relaciones sociales que les dan un sentido de identidad (Vigil y Long, 1990).

“Para algunos jóvenes, las pandillas proporcionan una forma de resolver los problemas de ajuste social, particularmente las pruebas y tribulaciones de la adolescencia (Short y Strodtbeck, 1965).

En algunas comunidades, los jóvenes son reclutados intensamente o coaccionados por pandillas (Johnstone, 1983). “Aparentemente no tienen otra opción. Unos pocos prácticamente nacen en pandillas como resultado de las tradiciones del vecindario y la participación anterior (y tal vez continua) de sus padres en pandillas o participación en actividades delictivas (Moore, 1978)”, citó el psicólogo.

Montero Tapia dice que hay muchos factores que los padres deben tener pendiente como el comunitario que es el más importante identificado en crecer en vecindarios donde las drogas están fácilmente disponibles.

“Varias variables familiares son importantes: inestabilidad familiar, privación económica extrema, problemas de manejo familiar, padres con actitudes violentas y comportamiento antisocial entre hermanos”, expresó.

El psicólogo reveló que se han identificado numerosos factores escolares, incluyendo baja aspiración educativa, bajo compromiso con la escuela, bajo apego escolar, altos niveles de comportamiento antisocial en la escuela, bajos puntajes en las pruebas de rendimiento, la identidad de ser discapacitado de aprendizaje y bajas calificaciones.

“El factor más importante del grupo de pares es asociarse con compañeros que violan la ley. Los factores de riesgo individuales son el uso temprano de alcohol y marihuana, la delincuencia previa, la hiperactividad, los comportamientos externalizantes (hostilidad, agresión e incumplimiento de las reglas), las habilidades deficientes para rechazar ofertas de participar en conductas antisociales y la actividad sexual temprana.

“Ser hombre, sentirse inseguro en el vecindario y residir en una familia pobre pone a los jóvenes en alto riesgo de involucrarse en pandillas, independientemente de otros factores de riesgo de la comunidad, la familia, la escuela o los compañeros”, explica.

“La búsqueda de la identidad personal también está interconectada con nuestro anhelo de conexión y pertenencia. Buscamos validación, aceptación y comprensión de los demás, y las relaciones que formamos juegan un papel importante en la configuración de nuestras identidades”, manifestó.

“A veces, podemos adoptar ciertas identidades o ajustarnos a las expectativas sociales para encajar u obtener aprobación, incluso si contradice nuestro ser auténtico. Esta tensión entre conformidad e individualidad añade otra capa a la complejidad de la naturaleza humana y la búsqueda de la identidad personal”, precisó el especialista.

“En conclusión, las complejidades de la naturaleza humana y la búsqueda de la identidad personal son aspectos profundos de nuestra existencia. La interacción entre las emociones conflictivas, la influencia de factores externos, la naturaleza evolutiva de la identidad y el anhelo de conexión contribuyen al intrincado y a menudo desafiante viaje del autodescubrimiento”, informó.

Exhortó a abrazar y comprender esas complejidades “lo que puede conducir a una comprensión más profunda de nosotros mismos y fomentar la empatía y la aceptación de la diversidad y la riqueza de la experiencia humana”, concluyó Montero Tapia.

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