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Por Jaime Vargas

New York: La vida es efímera, y muchos la viven como si la muerte no formara parte del camino. En estos tiempos del Jet Set —de duelo, de recogimiento, de evaluación interior— es cuando más debemos detenernos y pensar: ¿estamos realmente preparados?

La Iglesia Católica y el cristianismo en general siempre han hecho un llamado claro: prepararse para el momento final, porque nunca sabremos cuándo tocarán a la puerta. La Biblia lo repite en distintos episodios, recordándonos que la vida terrenal es pasajera, y que debemos caminarla con propósito, con fe y con conciencia.

Uno de los pasajes bíblicos que ilustra esta enseñanza es el de las diez doncellas. Todas esperaban al novio con lámparas en mano, pero solo aquellas que tenían suficiente aceite pudieron recibirlo. Las demás, por no estar listas, se quedaron fuera. Este relato no es solo una parábola: es una advertencia de vida. No esperemos el último momento para encender nuestra luz interior.

Así está también nuestra amada República Dominicana: enfrentando eventos uno tras otro, muchas veces sin detenernos a reflexionar, a sanar, a perdonar, a organizarnos. Hay que volver a Dios. Hay que volver a la familia. Hay que prepararnos espiritualmente. Porque el tiempo es incierto… y el momento llegará.

Vivamos con propósito.
Actuemos con amor.
Caminemos con humildad.
Y mantengamos nuestras lámparas encendidas.

Porque nadie sabe ni el día ni la hora.

Una reflexión que une a toda la humanidad

Lo vivido en el Jet Set no solo tocó a un país, tocó al mundo. Nos recordó cuán frágil es la existencia humana y cuán necesario es valorar la vida desde su dimensión más espiritual y trascendental. No importa el idioma, la nacionalidad, el credo o la cultura: todos compartimos el mismo destino final. Y solo el amor, la fe, la preparación del alma y la búsqueda de propósito podrán unirnos como humanidad en un solo llamado: volver al centro, volver a Dios, volver a vivir con conciencia.

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