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Los edulcorantes artificiales se popularizaron cuando empezaron a incluirse en las comidas dietéticas. Sin embargo, su uso podría no ser tan benéfico, indicó recientemente la Organización Mundial de la Salud.

En este episodio, el Dr. Elmer Huerta explica qué hay detrás de esta recomendación. ¡El consultorio está abierto, bienvenidos!

Puedes escuchar este episodio en Spotify, en nuestro canal de YouTube o en tu plataforma de podcast predilecta, o leer la transcripción a continuación.

Hola, bienvenidos a este nuevo episodio de “En consulta con el Dr. Huerta”, tu podcast favorito de salud por CNN en Español. Te saluda el doctor Elmer Huerta, espero que estés bien.

El 15 de mayo, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer su última recomendación para el uso de los edulcorantes sustitutos del azúcar, un grupo de productos definidos como todas las sustancias endulzantes sintéticas o extractos naturales que no sean clasificadas como azúcares naturales.

La recomendación que hace la OMS es que los sustitutos del azúcar no se utilicen como medio de control del peso. Hoy explicaremos brevemente en qué se basa la OMS para hacer tal recomendación.

El origen de los edulcorantes

Tal como lo escuchamos en el episodio del 14 de abril, el alto consumo de azúcar libre está asociado con la obesidad y, por consecuencia, con una serie de enfermedades crónicas, que incluyen varios tipos de cáncer, diabetes, enfermedades del corazón y trastornos del esqueleto y las articulaciones.

Como consecuencia, desde hace muchos años se ha buscado alternativas al azúcar, habiéndose desarrollado una serie de sustancias químicas llamadas edulcorantes sin azúcar. Estas se han presentado como alternativas bajas en calorías o sin calorías, generalmente se comercializan como ayuda para la pérdida de peso o para el mantenimiento de un peso saludable, y con frecuencia se recomiendan también como un medio para controlar la glucosa en la sangre de personas con diabetes.

El más antiguo de los edulcorantes sin azúcar es la sacarina. Esta fue descubierta por casualidad en 1879, cuando investigadores de la Universidad Johns Hopkins buscaban desarrollar cierto medicamento y se dieron cuenta de que una de las sustancias descubiertas tenía sabor dulce.

La sacarina fue prohibida en los años de 1970, por un estudio canadiense que lo relacionó con cáncer de la vejiga en ratones, pero en la actualidad, la sacarina —que es de 200 a 700 veces más dulce que el azúcar de mesa— está aprobada por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos para su uso como sustituto del azúcar para cocinar o para uso en la mesa, así como en alimentos procesados y, bajo ciertas condiciones, en la elaboración de bebidas.

Otros edulcorantes sin azúcar son:

  • El acesulfamo K, que es 200 veces más dulce que el azúcar blanca;
  • El aspartame, también 200 veces más dulce; el advantamo, 20.000 veces más dulce;
  • El neotamo, de 7.000 a 13.000 veces más dulce; la sucralosa, 600 veces más dulce,
  • Y la estevia, que es un extracto de la planta del mismo nombre, y es de 200 a 400 veces más dulce que el azúcar blanca.

El ciclamato es el único edulcorante sin azúcar prohibido en Estados Unidos desde 1970, por haber sido relacionado en estudios con el desarrollo de cáncer en animales y con daño testicular. Sin embargo, este edulcorante sin azúcar está aprobado en Canadá, Europa y otros países.

Los edulcorantes substitutos del azúcar están disponibles en restaurantes y otros lugares en vistosas bolsitas de papel de diversos colores.

Como información general, los endulzantes más comunes que se empaquetan son, el de sobre blanco para la azúcar blanca normal; el rosado para la sacarina, el celeste para el aspartamo —con marcas comerciales como el Equal— y el amarillo para la sucralosa —por ejemplo el Splenda.

¿En qué se basó la OMS para su recomendación?

El análisis que ha permitido hacer esta recomendación de la OMS consistió en una búsqueda de los estudios publicados entre 1 de enero del 2017 y el 26 de julio de 2021 que examinaron la relación entre el uso de los edulcorantes sin azúcar y una serie de parámetros de los participantes, entre ellos:

  • El peso
  • Desarrollo de prediabetes y diabetes tipo 2
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Cáncer
  • Caries dental
  • Enfermedad renal crónica
  • Conducta alimentaria
  • Preferencia por lo dulce
  • Estado de ánimo y comportamiento
  • Asma y alergias en niños

De las más de 8.000 publicaciones identificadas, se escogieron para el análisis un total de 370 estudios, los que incluyeron 283 investigaciones epidemiológicas realizadas en adultos, niños, mujeres embarazadas y poblaciones mixtas.

Los resultados indicaron que en un pequeño grupo de investigaciones, llamado estudios clínicos aleatorios, se observó que el uso de edulcorantes sin azúcar causó una pequeña reducción en el peso corporal en adultos, sin efectos significativos sobre la salud del corazón.

Este efecto fue más pronunciado cuando los voluntarios cambiaron el uso de bebidas azucaradas por bebidas con edulcorantes sustitutos. Los autores explicaron que esta es una consecuencia obvia, pues se espera que las personas que están consumiendo mucha azúcar y ganando peso lo pierdan al cambiar a una bebida sin azúcar.

El consumo de edulcorantes y el aumento de peso

Por otro lado, los estudios en grupos de voluntarios seguidos durante cierto tiempo encontraron que una mayor ingesta de bebidas edulcoradas sin azúcar estuvo asociada al aumento de peso y a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, y a una mayor mortalidad por todas las causas.

Otro tipo de estudios, llamados de casos y controles, encontraron una asociación —aunque con evidencia de certeza muy baja— entre el uso de sacarina y el cáncer de vejiga, sin haber encontrado otras asociaciones significativas con otros tipos de cáncer.

Los estudios en niños no fueron concluyentes. Y los estudios en mujeres embarazadas encontraron que el uso de edulcorantes sin azúcar estuvo asociado con un mayor riesgo de parto prematuro y con un mayor peso en el recién nacido. Ambas evidencias —aclaran los autores— tuvieron una certeza de evidencia baja y muy baja, respectivamente.

Por otro lado, la asociación con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 y enfermedades del corazón es interpretada por algunos expertos como un sesgo de selección, pues en su mayoría son personas con esas condiciones las que más consumo tienen de los edulcorantes sustitutos del azúcar.

En resumen, se concluye que el consumo de edulcorantes sin azúcar no confiere ningún beneficio a largo plazo en la reducción del peso en niños o adultos, y que su uso a largo plazo puede quizás estar asociado con posibles efectos no deseados, tales como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos.

De esos estudios se deriva entonces la única recomendación que hace la OMS, que los edulcorantes sin azúcar no deben ser utilizados como medio para lograr el control del peso.

Dicha recomendación no se generaliza a personas que ya tienen diabetes y que usan los edulcorantes sin azúcar como parte de una alimentación saludable.

Reflexiones del Dr. Huerta

Es importante reflexionar sobre el uso que damos a los edulcorantes sustitutos del azúcar en nuestra vida diaria.

Sabiendo que la Organización Mundial de la Salud recomienda el uso de hasta seis cucharaditas de azúcar al día, y que cada cucharadita de azúcar solo contiene 19 calorías, es muy improbable que esa mínima cantidad de calorías que usemos cada día pueda hacer mella en una dieta de 1.500 a 2.000 calorías, que ingiere la mayor parte de las personas.

En otras palabras, endulzar el café de la mañana u otras bebidas con un par de cucharaditas de azúcar es muy probable que no haga ningún daño ni contribuya al aumento de peso. Eso eliminaría el uso de sustancias químicas extrañas ––que se ha sugerido que pueden cambiar la composición de las bacterias intestinales–– que uno pueda estar usando simplemente por una costumbre y por la falsa creencia de que nos puedan estar ayudando a bajar de peso.

El punto principal es desarrollar la disciplina de alimentarnos con una abundancia de frutas y vegetales y porciones pequeñas de los demás alimentos.

Recordemos —como lo escuchamos en el episodio del 14 de abril— que el problema con el azúcar es el exceso en su consumo.

Por ejemplo, si hemos dicho que la OMS recomienda usar hasta seis cucharaditas de azúcar al día, y sabiendo que una sola lata de soda o gaseosa puede tener hasta 13 cucharaditas, nos damos cuenta de que eso es el doble de lo que necesitamos en un solo día, y eso —sin duda— contribuye al sobrepeso y la obesidad.

Como decían las abuelitas: todo en moderación, nada en exceso.

cnnespanol.cnn.com

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